¿Y por qué de Zara?
Este blog es fruto de una serie de conversaciones veraniegas con amigos y amigas después de haber superado uno de los trances más importantes de mi vida. Mi forma de vivir, tranquila pero emocionante, con un trabajo que cada día me ofrecía nuevos retos, mis escapadas al campo y la sensación de eternidad tan característica del ser humano se vieron súbitamente truncadas por un hombre de bata blanca y varios meses de incertidumbre hospitalaria. No obstante, puedo decir que, pese a que hubo momentos de flaqueza, mi buen humor apenas cambió. Eso y la cocina.
Según pasan los años vas notando que hay ciertas cosas que siempre permanecen. Una de ellas ha sido, es y será, cocinar. La cocina -como taller, como juego, como seducción (del latín seducere, que significa llevar aparte a alguien, atraerlo apartándolo del camino que llevaba)- sigue siendo uno de mis hobbies más íntimos, y al mismo tiempo, más repartible y compartible. Como dice Hillary Clinton en 'Historia Viva' "la cocina ha sido siempre el centro neurálgico de todas las casas en las que he vivido [...] era donde comíamos, donde hacíamos los deberes, donde celebrábamos los cumpleaños, donde nos reíamos juntos, llorábamos juntos y hablábamos hasta altas horas de la noche".
Que lo que ha unido, une, y nos unirá a la cocina, no lo separe nadie. Ni un trabajo estresante, ni una vida cómoda de comida enlatada y pizzas para llevar, ni un reality show o unas patatas fritas. Como dice Elizaberth Gilbert en su libro 'Eat Pray Love', es posible que escribamos nuestra vida y nuestra historia, pero hay que aprender a vivir los espacios entre palabra y palabra.
Este blog es para compartir contigo esos espacios con humor y buen hacer. Y ahora, ¡a disfrutar!
B.